15 dic 2017

Sobre Éxodo a las Siete Estaciones


Juan Félix Cortés y Bethoven Medina en el III Encuentro Inter regional de Escritores - Guadalupe 2017



Por: Juan Félix Cortés Espinoza



El poeta Bethoven Medina Sánchez, ha creado una obra artística a partir de su innato talento para expresar connotadas reflexiones literarias, donde la sabiduría y el conocimiento tributan a la poesía su elevada trascendencia.
El número siete es un número cabalístico, en su libro que comentamos y el artista escrudiña e investiga su significado, su misterio y su identidad inmersa en el tiempo transcurrido por la humanidad.

Bethoven ha escrito con maestría para sentir e interpretar el sentimiento profundo del ser humano con sus creencias que lo impulsan a buscar sus limitaciones y sus posibilidades para ser feliz.

Bethoven tiene en cuenta al prójimo en su diario vivir, en su permanente conflicto para alcanzar su destino, para que exista en un mundo creado por Dios.

Éxodo a las siete estaciones, es una respuesta del poeta a sus inquietudes personales, asimismo, es una invitación de su creatividad para perdurar en el espacio, en la historia y en el tiempo a través del lenguaje estético.

Bethoven ha elaborado con la claridad y con la luz de la poesía una obra consistente, distante de la mediocridad y lo temporal; es el lenguaje artístico de un poeta que ha considerado y fusionado la intuición, la investigación antropológica e histórica, ha encontrado el descubrimiento de la palabra precisa y misteriosa, y de esta manera está apto, está capacitado para comunicarnos revelaciones y verdades incuestionables que solo la poesía transmite; él habla, él escribe en nombre de la poesía recóndita que nos salva del caos y de la incertidumbre.

En siete días de la creación, poéticamente nos vincula, nos acerca con el ser supremo de la creación, su lectura es especial y atractiva, nos atrapa y nos permite con nuestro libre albedrío, repasar nuestros conocimientos adquiridos sobre la divinidad y la existencia humana, en su poesía encontramos la grandeza de un lenguaje que impacta por su belleza y toda su poesía escrita es de altura.

En su obra aparece el hombre comprometido por tantas sorpresas y que está relacionado con la realidad de un universo vinculante. El lector con toda la seguridad se embarca en un viaje artístico repleto de palabras y siente las metáforas y las sentencias poéticas en su real majestuosidad. Sus poemas, son muy bien expresados y nos dejan una sana sensación de hallar una poesía que se introduce con su goce estético a nuestra conciencia, goce estético que necesita nuestro espíritu. Y no es una poesía fácil y pueril, porque encontramos el sentir culto del poeta y que manifiesta su creatividad en todo su esplendor.

En las siete notas musicales, advertimos la melodía y el ritmo de las cosas, nacen los sentimientos en su real importancia, se vislumbra la vida que tanto amamos y que tanto la cuidamos, por ser fundamental en el hombre de hoy y de todas las épocas.

La música está en los astros cercanos y lejanos, visualizados por nuestros ojos inquietos y milenarios. La música está en la descripción de los ríos, de las montañas que cita el poeta, está en el corazón y en el cerebro de los seres humanos.

En su poesía vibra la música de una naturaleza evolucionada, naturaleza creada por un ser superior, para habitarla y ser cuidadores de ella, para lo cual debemos ser nobles, generosos y solidarios.

Bethoven recorre con  sus palabras los caminos insondables de la belleza que posee esta naturaleza inmensa y bella, como la misma poesía, perfecta y luminosa. Y en este espacio poético no  podría faltar un elemento singular, me refiero a la piedra que recibe el agua de la lluvia, no podía faltar el vino que embriaga nuestros labios, ni los infaltables crepúsculos, las luces hermosas de la creación, las raíces y los siete reinos de la naturaleza. Y el cuerpo del ser humano en su acostumbrado descanso, escucha la música a través de su alma, escucha emocionado la música interior de su sangre que circula, sangre que atraviesa jubilosa por sus venas y arterias, en este cuerpo noble y único.

En siete días de la semana, aparece la laboriosidad del tiempo inacabable, otra vez, la vida, delante de nuestras experiencias individuales y colectivas, y cada quien realiza sus tareas cotidianas y siempre desde la relatividad donde buscamos la verdad absoluta. Todos trabajan su evolución, el sol, la luna, los planetas distantes, la naturaleza, el hombre en su angustia diaria, todos participan en el calendario del tiempo, todos están dentro de su semana cabalística. Los dioses míticos de la antigüedad son registrados por el poeta, con originalidad escribe un lenguaje que gusta por tener emociones y sentimientos.

Bethoven sabe a ciencia cierta, que la poesía, además de transformarnos, es capaz de conmovernos y de entregarnos por añadidura una filosofía de vida para cuestionar nuestras miserias humanas; en ese sentido, la poesía cumple su rol a través del lenguaje que nos esclarece y estremece las raíces íntimas más profundas. Marte, Mercurio, Júpiter, Saturno, son presencias cósmicas y referentes en el discurso poético.
En Siete cuerpos del hombre,  Adán es un personaje bíblico y admirado, es el hombre de siempre, con su esqueleto, con sus órganos,  con sus sistemas organizados, con su cerebro todopoderoso; pero el hombre se encuentra en su cuerpo etérico y para reafirmar su existencia, el poeta en altavoz, escribe: /Peces se pierden en el mar, que cesa sus olas, y quedamos encerrados/cada uno en su cuerpo/creyendo que todo está aquí/en las playas/ en tanto días reprimen/los pasos/ . Y sigue escribiendo ahora sobre el cuerpo astral.

Por otro lado, el cuerpo mental, espiritual, intuicional  e íntimo están presentes, ordenados y son expuestos con una certeza poética que nos permite alcanzar el conocimiento, el sentido de la existencia, que nos hace únicos y originales a los humanos.

Bethoven Medina Sánchez recurre a personajes del antiguo testamento, hombres de fe, profetas, que poseen un liderazgo extraordinario, hombres que mantienen un prestigio en la conciencia histórica de mucha gente.

En Siete palabras de Jesucristo, la poesía nace con la religiosidad del poeta, el discurso de revitaliza, se adquirió el conocimiento veraz del nuevo testamento. Jesucristo es el centro de interés, su voz es ineludible y transmite una esperanza y una promesa crucial, interviene para la transformación del hombre y del mundo;  Jesucristo está presente en esta poesía y el hombre que reside en el caos, cambie en su hábitat de limitaciones. En esta parte del libro, la creación poética nos enseña a compartir un lenguaje reflexivo, metafórico, religioso, filosófico y existencial.

El poeta escribe:/hay días que ubico/mis cicatrices en el alma/Dios mío/buscando el libro de la verdad/claves secretas de las montañas/enamorados del azul/tú eres el sol que abre el cielo/ y espesas nubes mantienen su pereza y alas/aquellas que nos arrebataron/al quedarnos dormidos/dentro de este cuerpo/que se destroza. En estos versos descubrimos la profundidad y grandeza del poeta. Dios es lo máximo en esta escritura relevante y fiel a su vocación de escribir, para enternecer a los demás.

Bethoven Medina Sánchez, es un poeta que evolucionó desde su adolescencia preclara, cuando lo conocí, y le ofrecí mi aliento literario, su adolescencia creadora fue siempre sobresaliente; hoy es un poeta que alcanzó la madurez en su larga travesía como creador de un lenguaje que tiene su propio sello personal.

En Siete colores del arco iris desfilan el rojo, el naranja, el amarillo, el verde, el azul, el índigo y el violeta. El poeta se introduce con sus sentimientos, y va en busca de su círculo interior, donde reside con sus tristezas y alegrías; se siente emocionado ante el brote de su poesía que pretende decirlo todo en palabras artísticas.
El arco iris responde a un fenómeno natural, donde la voluntad del hombre, no interviene, no participa. El arco iris es un obsequio de la naturaleza, un  regalo temporal a nuestros sentidos. Es un poema estético del firmamento, que ennoblece nuestra alma.

Bethoven Medina Sánchez se atreve a crear en poesía e interpreta con su sentir cada color y espera la respuesta cuando finaliza cada verso. Como poeta busca reencontrarse y prepara su espíritu creador utilizando para bien, la poderosa poesía, transformadora del hombre como especie. En su poesía, denuncia la injusticia social y se solidariza con los marginados de nuestra sociedad.

El poeta recuerda su infancia, su atmósfera familiar, tal vez,  un huerto imaginario o real. Los colores del arco iris invaden sus palabras y sus recuerdos más resaltantes. El poeta siempre por lo general, viaja solitario, y viaja cercado por las palabras “donde el amor y paz son fresca lluvia”. En sus sueños programa realizar viajes, en busca del verde prado con venados y zorzales. Escribe una poesía muy personal, diría secreta; pero de pronto se desnuda ante el lector acucioso y lo hace para saber más, es decir, para vestirse del conocimiento, para adentrarse a su vida cotidiana, aunque exige afecto y comprensión. Bethoven escribe:/El sol en mis hombros/queridas violetas/causa mi afán de ser hombre/más íntegro ante Estatua de Filias/idiomas de campanas, esta Fe agotándose/hasta poseer altura humana/.
En Siete ensayos de la realidad, se identifica con el trabajo histórico de nuestro Amauta José Carlos Mariátegui La Chira. Poéticamente Bethoven Medina Sánchez como pocos poetas ha alcanzado una fuerza creativa que inyecta para expresar un pensamiento, un sentimiento, una reflexión de un sector social vilipendiado y arrinconado por el poder. Para crear esta poesía y darle un sentido, ha tenido que leer minuciosamente y con profundidad a Mariátegui quien magistralmente abordó el reto de escribir con lucidez y temperamento, una realidad social, una temática.

Política y economía aparecen en los poemas de Bethoven; el poeta se adhiere a la redención humana. Su poesía gusta por su sinceridad y por su belleza, y por ser una poesía en donde el lenguaje literario es primacía, asombro, originalidad y un territorio construido para que el hombre de nuestra época sienta la palabra desde la hondura de su alma.

Éxodo a las siete estaciones, tiene en su portada una obra artística del destacado y talentoso pintor Carlos León Cruz, y en los interiores el legendario artista plástico Santiago Vergara Montero ha creado magníficas ilustraciones.

Cabe recalcar los epígrafes que el poeta Bethoven Medina Sánchez ha considerado con marcado interés. Citamos breves textos de W.B. Yeats, William Shakespeare, Josué 6:4, Charles Baudelaire, Éxodo 13:6-7, Julio Garrido Malaver, Lucas 17:4, Lao Tzu, José Watanabe, Antonio Cilloniz, Marco Martos, Sante U. Barbieri, Arturo Corcuera, Ladisclao Plasencki, Elqui Burgos, José Carlos Mariátegui, Javier Sologuren, Dante Alighiere. Es una excelente iniciativa el incluir textos de la Biblia y de creadores que han alcanzado notoriedad en el ámbito literario. 

En este libro el conocimiento se manifiesta y coopera con el lector para sentir, entender, un mensaje de un poeta que asumió su creación para establecer una duradera relación con sus lectores. 

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